La creación de la D.O.C. Luján de Cuyo no solo fue un hito en la historia del Malbec, sino que también probablemente haya sido el hecho más importante de los últimos 50 años en la industria vitivinícola argentina.
La D.O.C. nació a fines de la década del ‘80 como un proyecto osado de un grupo de bodegueros y viticultores que fueron verdaderos visionarios para la época. En un contexto de profunda crisis vitivinícola en la Argentina, en el que los productores eran incentivados a apostar por variedades de alto rendimiento y escasa calidad enológica, Luján de Cuyo se mantuvo fiel a su terruño y su historia, con el Malbec como bandera.
Estos pioneros ligados al vino -encabezados por Don Raúl de la Mota y el Ing. Alberto Arizu- compartían el objetivo de crear una Denominación de Origen Controlada al estilo europeo para la variedad Malbec, en la que vislumbraban un inmenso potencial, y para proteger el patrimonio genético que representan los antiguos viñedos de esta primera zona productora de Mendoza.
Luego de largos debates, en 1989 conformaron el Consejo de Denominación de Origen Luján de Cuyo, y un año más tarde se aprobó el reglamento que determina las condiciones técnicas de la viña, las labores culturales en el viñedo, las condiciones de transporte e higiene de la uva, el proceso de vinificación, la crianza y la estiba, entre otros factores asociados a la elaboración.
En 1991, la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) oficializó el reconocimiento de la D.O.C. Luján de Cuyo a nivel internacional; así, se convirtió en la primera D.O.C. de vinos de América inscripta en la OIV. Ese mismo año, la bodega Luigi Bosca lanzó su Luigi Bosca Malbec D.O.C., el primer vino del país con certificación.
Presente y futuro de la D.O.C.
Desde el año 2020, una nueva generación de agrónomos y enólogos comenzó a impulsar la renovación de la D.O.C. y se fueron introduciendo cambios sustanciales para valorizarla y aggiornarla al contexto de la industria vitivinícola argentina e internacional. La primera medida fue adaptar el reglamento original para la introducción de elementos que no existían durante su creación; como el riego por goteo, los nuevos trabajos de suelos, e incluso los cepajes que anteriormente no eran implantados en la región -como el Cabernet Franc- y hoy pueden formar parte del 15% de la composición del vino (un 85% debe ser Malbec).
Otro de los principales cambios que se están llevando adelante hoy es un mapeo de suelos de última generación y una investigación exhaustiva para seleccionar dentro de los antiguos viñedos de Malbec nuevos clones para lograr nuevas poblaciones. Desde el sector enológico, también están utilizando un sistema especial de análisis sensorial para identificar el carácter de los vinos de Luján de Cuyo y así obtener atributos significativos desde el punto de vista estadístico que diferencian a los vinos de la D.O.C. de los demás. Así lo sintetiza Santiago Mayorga, enólogo de Cadus Wines y miembro del panel de degustación: “La D.O.C. está en un momento de auge muy lindo, se reactivó muchísimo. Hoy hay una comisión vitícola, una comisión enológica, un panel de degustación, una comisión legal, entre otras áreas de trabajo. En el panel de degustación estamos trabajando con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) para encontrar los descriptores aromáticos y la caracterización de los vinos D.O.C.”.
El principal desafío: las D.O.C. distritales
“Lo más interesante es que luego de esta reactivación de la D.O.C. estamos trabajando en dos niveles distintos: una D.O.C. regional (Luján de Cuyo) y las D.O.C. distritales, en las que cambian ciertas condiciones a nivel de rendimiento, de relación uva-vino, de edad de los viñedos, de poda, etcétera”, amplía Santiago.
Siempre un paso adelante de la coyuntura, el Consejo se encuentra trabajando junto al geofísico Guillermo Corona en una subdivisión de la D.O.C. Amparados en la Ley de Denominaciones de Origen, que permite hacer denominaciones más pequeñas subordinadas a la de Luján de Cuyo, se encuentran generando subdivisiones por límites agroecológicos -en lugar de límites políticos- que aporten aún más valor a los vinos que allí se elaboran.
Estas D.O.C. distritales tendrán un reglamento específico que será más restrictivo en términos de manejo de viñedo, rendimientos y vinificación; y serán controladas por la D.O.C. Luján de Cuyo. Así, en un futuro cercano existirá una D.O.C. regional y distintas D.O.C. distritales, una subdivisión más pequeña para vinos más exclusivos que tendrán una distinción diferente que certifique su origen.
En relación a este tema, Juan Roby -Gerente de Enología de Lagarde– explica: “Por toda la variabilidad que hay en Luján de Cuyo, junto a Guillermo Corona se han abierto un montón de calicatas, y se han hecho estudios de suelo y clima para caracterizar estos distritos y también la región. El objetivo es que esa caracterización del terroir desde lo agroecológico sirva para sacar conclusiones y relacionarlo al estudio de todo lo que es la parte organoléptica de los vinos distritales. Además, junto al INTA vamos a firmar un convenio para un estudio que dura por lo menos tres temporadas. Así, con una base estadística y científica, podremos sacar conclusiones de estos análisis organolépticos y relacionarlos a estos estudios de suelo. Esa es la innovación más importante que estamos incorporando en la D.O.C.: los estudios que van a relacionar lo organoléptico y el carácter que estamos buscando en cada una de estas microzonas para identificarlas, medirlas y conocerlas mejor”.
Con esta nueva era en marcha, la D.O.C. Luján de Cuyo suma un nuevo capítulo a su historia que seguramente dará que hablar entre los conocedores y aficionados al vino argentino.