Entrar a La Boquería, en cualquier momento del día, es dejarse conquistar por lo mejor de la comida española y la verdad de la parrilla argentina, porque La Boquería reúne, marida y pone en valor lo distintivo de dos patrias que desde siempre estuvieron unidas. Se empieza como se empieza en los típicos locales madrileños, con platitos para todos los gustos, pequeños y no tanto. O quizás se empieza antes, con el aroma y el sonido de la leña y el carbón prendiéndose.

Ahora sí, con todos los sentidos predispuestos, quien ingresa al local de Soler 5101, escucha y siente las brasas y cuando le traen la carta se deja sorprender. Lo primero que se ve son los platitos: boquerones, provoleta, tortilla con mozzarella y panceta ahumada, gambas al ajillo, burrata –en colchón de rúcula, con jamón serrano, tomates cherrys, castañas de cajú y pesto–, bocadillos –jamón serrano, queso brie y rúcula, o mortadela a la plancha y queso provoleta, o choripan: chorizo con queso provoleta– y empanadas de asado, entre otros. Todo confluye destacando los típicos sabores de la gastronomía argentina y española con una vuelta moderna que los hacen inimitables.

Después del recorrido de platitos para compartir y picar viene la parrilla: las achuras que tienen que estar –molleja, chinchulín, chorizo y morcilla–, y los cortes tradicionales y exclusivos –entraña, asado especial, T Bone, vacío, bife de chorizo, ojo de bife, pollo grillado y brochettes–. Si bien la oferta seduce a turistas y locales por igual, los platos de cocina, seleccionados con dedicación, están a la espera de quienes continúan leyendo el menú.

Spaguettis con salsa de crema de langostinos, hamburguesa parrillera –150 grs de pura carne, provoleta, tomate, lechuga, panceta ahumada y barbacoa de cerveza roja–, ribs de cerdo bañadas en salsa de barbacoa casera, milanesa de lomo, pesca del día, ensalada caesar –colchón de hojas verdes, pollo, escamas de parmesano, croutons, panceta, aderezo caesar–, por ejemplo. Los acompañamientos combinan perfectamente con el lugar y sus platos: papas y batatas fritas, ensalada Bruna –rúcula, palta, huevo duro, cebolla morada y tomates cherry– o vegetales grillados.

Para terminar, los postres siguen la línea de toda el menú: tradicionales pero modernos, clásicos pero con altura. Un tiramisú, flan casero de caramelo, unos panqueques, mousse de chocolate con frutos rojos. Cualquier opción completa la experiencia que La Boquería propone. Todo allí dice menos de lo que genera. Es por eso que el estado en el que se vive un almuerzo o cena en La Boquería es de permanente sorpresa y alegría.

Las expectativas también se superan con su propuesta de bebidas. Opciones: para todo momento y toda época del año. Vinos: más de veinte etiquetas entre tintos, blancos, rosados y espumantes. Tragos: los de siempre y los que todos siempre quieren –vermut, tinto de verano, sidra tirada, aperol spritz, gin tonic, fernet, negroni y más–. Bebidas sin alcohol y cervezas.

La Boquería es ideal para un almuerzo entre semana, o bien dominguero, de trabajo o en familia, para una cena con amigos, para un trago en la veredita a las siete de la tarde escuchando algún DJ de los que muchas veces pasan música. La Boquería es ideal para los vecinos de Palermo y para turistas de los que Palermo es su casa por unas semanas. La Boquería es ideal para picar unas rabas o para darse una panzada. La Boquería es ideal porque es un lugar que reúne tradiciones, gustos y países, marida sabores y continentes, y pone en valor los buenos momentos.