En 1917, Don Nicolás Pawluk comenzó una plantación de 20 plantas de Yerba Mate. Su elaboración era rudimentaria, el «sapeco» lo realizaba manualmente, pasando rama por rama a fuego moderado, luego continuaba el secado en un horno de barro que también usaba para hornear el pan.
Las ramas se colocaban en un barril de madera donde con un mortero se lograba el triturado.
Don Nicolás comercializada la yerba a sus vecinos en Tres Capones (Misiones), quienes realizaban la molienda también manualmente, con molinos a piedra.
Años más tarde, Don Nicolás aumenta las plantaciones e incorpora mejora en la elaboración. Fabrica un secadero manual, conformado por un cilindro de tejido que giraba sobre el fuego, sostenido en los extremos por parantes de hierro. Su capacidad era de 400 kg.
La canchadora tipo malacate (una rueda grande de madera con dientes que trituraban gajos de yerba) era movida a caballo y giraba siempre hacia un mismo sentido e inclinado hacia el centro.
En ese entonces no se llegaba a la molienda. En 1960 se instalo el secadero tipo Barbacuá que hasta la presente fecha funciona.
El esfuerzo de Nicolás fue continuado por su hijo Luis Felipe que continúa el legado de su padre.
La cualidad de esta yerba mate es el equilibrio, la elegancia y la cantidad justa de palo para que el mate sea una experiencia genuina y sin amargores extremos que opacan la bebida nacional.