«Como muchos inmigrantes que llegaban en esa época, en 1886, José López Rivas desembarcó en Argentina con apenas 18 años y con la ilusión de encontrar en América todo lo que había dejado en su Algarrobo natal, un pequeño pueblo de Málaga. Pero ese jóven andaluz, quizás, difícilmente haya podido imaginar que no solo iba construir una próspera bodega en una Mendoza incipiente, sino que su proyecto que inició “casi en un garaje”, como lo recuerda hoy su bisnieto Eduardo, se iba a convertir en uno de los establecimientos históricos de la provincia que hoy está celebrando sus 125 cosechas y que él, a más de un siglo de haber partido de su patria, se convertiría en inmigrante más exitoso de su pueblo, incluso condecorado con una placa en la plaza central y una calle que lleva su nombre.
Pero la realidad puede llegar a superar los sueños y hoy Bodegas López es parte de la historia viva de la vitivinicultura argentina, con un portfolio lleno de clásicos que han trascendido generaciones y que la familia López ha sabido aggiornar para mantenerse siempre vigente en una industria feroz. Marcas como Montchenot, Chateau Vieux, Rincón Famoso, Vasco Viejo o Traful han estado en algún momento en la mesa de los amantes del vino.
Fundada en 1989 por José López Rivas y sus hermanos, la bodega comenzó en un predio cercano al ferrocarril de la estación de Gutiérrez, el mismo en el que actualmente residen. De a poco fueron comprando terrenos aledaños a ese galpón inicial que construyeron y plantando viñedos para producir el vino que enviaban en barriles y cascos por tren a sus clientes de Buenos Aires, quienes distribuían en destino a bares y restaurantes.
Como lo recuerda Eduardo López, cuarta generación de la familia y hoy CEO de la bodega, quien cambió completamente el rumbo de la historia fue su abuelo Federico, quien ingresó a la bodega en 1922 y tomó la decisión, primero, en la década del ‘30, de comenzar a fraccionar en origen, algo que en esa época era garantizar la calidad, uno de los grandes principios que hoy mantiene la bodega. Y, en segundo lugar, fue él quien tomó la decisión de instaurar el añejamiento de sus vinos en los toneles de roble que ya utilizaba la bodega desde sus orígenes por ocho años, toda una rareza en esa época. Ese vino salió al mercado como Chateau Vieux (1934), un clásico de la bodega que justamente está cumpliendo 90 años. “En aquel momento más de uno debe haber pensado que estaba loco, pero tan errado no estaba porque hasta el día de hoy lo seguimos haciendo así”, destaca Eduardo.
Después le llegó el turno a la tercera generación, comandada por Carlos (padre de Eduardo) y Federico. “Creo que esta generación siempre estuvo enfocada en la calidad y le tocó una época de expansión de la bodega, con mucho crecimiento del vino fraccionado y una importante ampliación de las marcas. Fue una época de consolidación”, relata.
En 1989 Eduardo comenzó su recorrido en la bodega y él fue el encargado de comandar una difícil tarea: renovar un clásico. Sin dejar de lado todo lo que sus antecesores habían logrado, hace alrededor de cuatro años impulsó la decisión de hacer un rebranding a algunas marcas, logrando diseños más atractivos y modernos que se adapten a lo que hoy buscan los consumidores.
Pero lo que comenzó con la idea de modificar un par de líneas terminó con un cambio total en el portfolio y la incorporación de nuevos productos como el Petit Montchenot, las latas de Traful o algunos varietales inéditos en líneas que ya tenían. Incluso, todas las innovaciones propuestas por el bodeguero y el trabajo del laboratorio experimental de la bodega derivaron en el más reciente lanzamiento: Universo Paralelo, una nueva marca que nació de Bodegas López, pero que busca instalarse por fuera de ella, y que incorpora el añejamiento en barricas, algo inédito en su historia.
Pero, como mismo lo dicen en la bodega, estos son solo sus primeros 125 años y su historia la siguen escribiendo. Así, continúan incorporando productos que, quizás, en otros 125 años sean los hitos que se recuerden de esta época. Muestra de ello es el próximo lanzamiento del que habla Eduardo, nuevamente algo que hasta este momento no habían hecho en la empresa: una colaboración con una bodega boutique, un vino rosado que saldrá al mercado en los próximos meses.
El Estilo López
Si bien para el éxito no existe una fórmula ni receta, podría decirse que una de las claves de la permanencia de la bodega por 125 años ha sido el “Estilo López”. Aunque Eduardo confiesa que por muy imponente que sea el número no es algo que tenga todo el tiempo en la cabeza, si es consciente de que su caso es más bien hoy una excepción a la regla dentro de la industria vitivinícola, porque son pocas las bodegas que hoy en día permanecen en manos de la familia fundadora, mucho menos comandado por el bisnieto de su primer propietario.
Pero es justamente ese lineamiento directo, asegura Eduardo, una de los secretos de la vigencia de López, una transmisión de generación en generación del saber hacer dentro del negocio vitivinícola, pero, sobre todo, de los valores y convicciones con las que José López Rivas fundó la empresa.
“Mantener lo que hemos hecho hasta hoy es un enorme desafío. En Argentina es difícil hacer planificaciones a largo plazo, pero si no tenés un rumbo claro, estás perdido. Nuestro foco está en hacer marcas nuevas, vinos nuevos, estilos de productos distintos. Pero si hay algo de lo que estamos convencidos es que lo clásico que tenemos no se cambia, aunque sí vamos mejorando, aprovechando la tecnología que tenemos”, dice con total convicción Eduardo.
El vino favorito de las estrellas
“Hemos trascendido generaciones, hoy me encuentro con gente que me dice: ‘Mi abuelo tomaba López’. O también otros que recuerdan que fuimos el vino de su casamiento o estuvimos en momentos importantes de su vida”, menciona con mucho orgullo Eduardo López. Pero la bodega tiene en su haber otro hito que no muchos pueden mencionar: es el vino elegido por dos de las personalidades más importantes del país y del mundo, Susana Giménez y Lionel Messi.
La diva de los teléfonos es una historia conocida que no pierde vigencia. En más de una oportunidad, incluso hace unos meses en una entrevista, Susana ha confesado que “su vino” es el Montchenot de Bodegas López. “Los elige desde siempre, pero jamás hemos tenido un acuerdo comercial. Siempre ha sido muy frontal y si dice que toma Montchenot es porque le gusta. Hay un montón anécdotas, incluso fotos de su asistente personal bajando del auto para comer en algún lugar con botellas de nuestro vino. Sí le hemos mandado algunas botellas por su cumpleaños o cuando iniciaba su programa, pero los vinos nuestros que toma siempre los ha comprado”, recuerda Eduardo.
En el caso del mejor jugador del mundo, su predilección por López se dio en un momento muy especial, el año pasado en una de sus primeras visitas al país después de haber salido campeón del mundo cuando estuvo cenando en el popular restaurante Don Julio y eligió también el Montchenot, pero en su caso de la añada 1986, el año de su nacimiento. “Me llamó Pablo Rivero, dueño del lugar, y me contó que había elegido nuestro vino. Después, por medio del Pocho Lavezzi le enviamos una caja del vino que tomó” completó.»
Nota de Sol Devia para el Diario Los Andes de Mendoza