En pleno corazón de Recoleta, se encuentra Seibo, una propuesta inspirada en la cocina criolla plant based, elaborada con ingredientes naturales y de temporada, como vegetales, hongos y granos de primera calidad. Desde platos sencillos, como empanadas estilo salteño y buñuelos, hasta milanesas de gírgolas, humita en cazuela y una provoleta de papa, su carta pasea por opciones para almuerzos, meriendas, brunchs y cenas que lucen el esplendor de la gastronomía tradicional argentina, en conjunto con bebidas naturales, cócteles clásicos y caseros, y vinos de excelente calidad.
El proyecto nació en el año 2022 de la mano de dos amigos de infancia y un socio gastronómico e influencer de recetas veganas. “Con nuestros platos y sabores, buscamos constantemente representar nuestra gastronomía mediante una elaboración 100 % artesanal y muy lograda. Pensamos que, en Recoleta, a diferencia de Palermo, hacía falta una propuesta con un plus poco explorado hasta ahora, que es hacer cocina criolla de alto nivel a base de plantas”, asegura Agustín Zavalía, socio del restaurante.
El vistoso local se emplaza en una construcción de tres plantas, distribuidas en un amplio salón con vereda, un piso intermedio con cocina a la vista y una tercera planta con terraza y una vista privilegiada del emblemático cementerio de la Recoleta. Su diseño, también inspirado en el norte argentino, estuvo a cargo de la firma Prima Arquitectos, bajo el mando de un amigo oriundo de la provincia de Tucumán, quien logró plasmar los paisajes de esa región en cada detalle. La ambientación se nutre con ladrillos a la vista, paredes descascaradas, coloridos murales, hierro, cemento y madera. Estos elementos se hallan en los diversos espacios, equipados con mesas de madera y de hierro.
La carta hace foco en la cocina local e incluye platos estacionales y con toques de autor, donde los vegetales cobran absoluto protagonismo. Los fuertes de la propuesta son los almuerzos y las cenas, para los cuales contemplan platitos, picadas, sándwiches, pastas, preparaciones elaboradas y postres tradicionales. Además, cuentan con una sección de confitería con panificados de la casa, como medialunas, chipás y tostados, ideales para merendar o brunchear.
Para comenzar, recomiendan las empanadas estilo salteño, los buñuelos de boniato con dulce de jarabe de arce y mayonesa de ají picante, la provoleta de papa con pan de campo y los bocaditos de tofu rebozados con queso de cajú estilo americano y zanahoria. De los principales, se destacan las milanesas de gírgolas con fettuccine de sémola a la manteca de salvia, la humita en cazuela con palta espolvoreada con cúrcuma y vegetales asados, los churrasquitos de gírgolas marinados en hierbas y oliva con puré de papas, entre otros. También se puede probar un choripán de tempeh de lentejas, con provolone de papa, chimichurri y criolla; y una nueva pizza con base de queso de cajú o de papa.
El momento dulce lo abanderan una tarta de ricota de tofu, un flan mixto de leche de coco con crema de castañas de cajú y dulce de leche de almendras, y unos panqueques de dulce de leche de almendras.
Para acompañar, ofrecen café de especialidad de la marca familiar Muiño, jugos y limonadas naturales, cócteles clásicos y caseros, así como vinos de excelente calidad.