Esta es la historia de un viñedo ubicado en el extremo este de Paraje Altamira, a 1.060 metros sobre el nivel del mar, dentro de una zona de clima templado, con noches frías y gran amplitud térmica.

Allí, hace más de 20 años, una familia de viñateros lo plantó con la variedad Cabernet Sauvignon, y en el 2008 llegó a nuestras manos. Había en él un sello indelible de tradición, dominado por su sistema de riego por surcos, sus postes de madera de algarrobo y sus hileras de membrilleros rodeando la viña. De allí su nombre: Finca Los Membrillos. Todas estas marcas de identidad constituían en sí mismas un homenaje al rico legado vitivinícola de la región.

Al caminarlo y comenzarlo a trabajar, llegamos a la conclusión de que necesitaba algo muy importante: amor. Cuando hablamos de amor, en términos agrícolas eso se traduce en enriquecer sus suelos nutriéndolos con compost, mejorar la poda de las plantas y optimizar su riego. Con el paso del tiempo, es conmovedor apreciar cómo las viñas devuelven todo ese cuidado y su transformación se vuelve impresionante.

Tan impresionante que nos llevó a decidir embotellar nuestro primer vino de Fincas, un 100% Cabernet Sauvignon, en el año 2011. A partir de entonces, Finca Los Membrillos Cabernet Sauvignon se ha transformado en un ícono de esta variedad en Argentina y ha logrado expresar la complejidad típica de Paraje Altamira, donde vetas de suelos arenosos y semiprofundos conviven con otros ricos en gravas cubiertas de calcáreo.